En su programa Enlace Ciudadano, el presidente Rafael Correa cuestionó a la derecha de ese país que con violencia pretende tapar su derrota en las urnas.
En su programa Enlace Ciudadano, el presidente Rafael Correa cuestionó a la derecha de ese país que con violencia pretende tapar su derrota en las urnas.
“LAS DENUNCIAS DE FRAUDE SIN SUSTENTO HAN SIDO LA CONSTANTE EXCUSA DE LA PARTIDOCRACIA CUANDO PIERDE”, ASEGURÓ CORREA. | FOTO: ENLACE CIUDADANO
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, aseguró este sábado que la oposición en ese país “no tiene alma democrática y quieren ganar a la brava lo que no ganan en las urnas”.
“Hay que ganar con humildad y hay que perder con dignidad”, dijo Correa desde Quito, en su programa semanal Enlace Ciudadano.
El mandatario además desmontó la campaña de fraude emprendida por la derecha de ese país tras las elecciones generales que dieron la victoria al candidato presidencial de Alianza PAIS, Lenín Moreno.
Cuestionó la actuación de la oposición en ese país que solo ha alentado la tesis del fraude con manipulaciones sin presentar de una denuncia oficial o prueba.
“Así engañan al pueblo, buscan violencia”, aseveró Correa, quien añadió que se trata de una forma “irresponsable” de recibir los resultados de los comicios.
Asimismo, indicó que en las segunda vuelta electoral volverán a derrotar a la derecha “con el amor infinito” por la patria.
De acuerdo con el jefe de Estado, esta segunda jornada electoral servirá para reafirmar el triunfo de Moreno y dejar de lado definitivamente la tesis del fraude.
ECUADOR: ¿Y DESPUÉS DE CORREA, QUÉ?
Para el sociólogo norteamericano James Petras la victoria del partido Alianza País, en Ecuador, es una victoria electoral fundamentalmente del centro izquierda. "Desafortunadamente, los últimos datos de los que disponemos nos indican que no llegaron a alcanzar el 40%" (...)
En opinión del sociólogo norteamericano James Petras la victoria del partido Alianza País, en Ecuador, es una victoria electoral fundamentalmente del centro izquierda. "Desafortunadamente, los últimos datos de los que disponemos nos indican que no llegaron a alcanzar el 40% necesario para que no haya una segunda vuelta. De todos modos, el derechista Guillermo Lasso está muy lejos del candidato presidencial Lenin Moreno. Pienso, no obstante, que Moreno va a ganar la segunda vuelta, dándole continuidad a un gobierno progresista, contra la ultraderecha", manifestó Petras en la emisora uruguaya Radio Centenario
"Y eso siempre es un problema -prosiguió Petras- que no quieren reconocer con realismo, las verdaderas opciones en esta coyuntura. No es tan negativo. Yo creo que presentar candidatos en la primera vuelta, pero en la segunda deberían reconocer que si gana la candidatura de Lasso, va a representar un gran retroceso para la población y la política externa va a unificar a Ecuador con los más derechistas, el gobierno norteamericano y tratar de romper relaciones con Cuba" .
Petras cree que "es un peligro que los banqueros vuelvan a tomar el control de Ecuador, y olvidarse de que fueron los banqueros que se llevaron miles de millones de dólares cuando estaban en el gobierno, que robaron, contrataron deudas ilícitas, perjudicando al país. Hay que reconocer que conCorrea, se fueron las Bases militares estadounidenses y los préstamos ilícitos pasaron a la historia como ilegales. Y que el gobierno de Correa logró, además, no pagar casi el 50% de esa deuda. Esos son alcances históricos y debemos pensar en eso como algo cumplido, pero con Lasso podría revertirse.
En relación con los rumores de operaciones de fraude electoral a cargo de la derecha, James Petras manifestó que "están siempre pescando cómo arreglar los votos para favorecer al candidato de la ultraderecha. Y las instituciones de Inteligencia, la policía secreta norteamericana, tienen una larga historia en el Ecuador. Hemos tenido la oportunidad de ver un reportaje en el que ex representante en la CIA en Ecuador, Philip Agee, contaba cómo compraban candidatos de centro y de derecha, y en algunos casos, incluso, personas que pretenden ser de izquierda. Todas las posibilidades están abiertas. Y bajo un gobierno como el de Donald Trump nos genera preocupación que este pueda seguir con la política de su antecesor Barack Obama, que apoyó los golpes de estados en Honduras, Paraguay, Brasil…
Ecuador: Triunfo con sabor amargo
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- febrero 26º, 2017
En Ecuador, las elecciones presidenciales, celebradas el pasado domingo 19 de febrero, mostraron un país dividido.
Una segmentación establecida a partir del proyecto de continuidad ofrecido por el candidato oficialista de la Alianza País, el Administrador Público Lenin Moreno que obtuvo un 39,33% de los votos y las visiones neoliberales ofrecidas por sus más cercanos competidores, el banquero y empresario Guillermo Lasso del Movimiento Creando Oportunidades CREO – con un 28,18 % y la candidata socialcristiana Cynthia Viteri con un 15,7 %
Un 40 % imposible de alcanzar
La incógnita sobre la posibilidad que Lenín Moreno alcanzara el 40 % de los votos y con ello triunfar en primera vuelta, se mantuvo hasta el último minuto. Esto, pues la constitución ecuatoriana consigna, que la dupla presidencial vencedora en primera vuelta debe reunir al menos el 50 % más uno de los votos válidamente emitidos o si sus papeletas superan el 40 % del total escrutado debe tener una diferencia de 10% sobre el candidato que está en segundo lugar. Ya las cifras finales, revisadas el 98,5 % de las actas de votación mostraron, según el presidente del Consejo Nacional Electoral – CNE – Juan Pablo Pozo “una tendencia claramente establecida y que el restante de actas por escrutar no afectará los porcentajes recibidos por los presidenciables”
Así, el país sudamericano deberá enfrentar una segunda vuelta – ballotage - entre los candidatos más votados: Lenín Moreno de la Alianza Oficialista País y el líder derechista del Movimiento CREO, Guillermo Lasso definiendo así, el próximo 2 de abril al sucesor de Rafael Correa, quien estuvo al mando del país durante una década triunfando en tres elecciones presidenciales en lo que se denominó la Revolución Ciudadana.
La elección de este año 2017 mostró con claridad que el carisma, la popularidad, las cualidades y el estilo de gobierno de Rafael Correa no tiene un traslado mecánico al candidato oficialista, un Lenín Moreno, que a pesar de todas características de hombre comprometido con el mundo social, representante de la continuidad del llamado “Socialismo del Siglo XXI” estrechamente involucrado con el tema de la inclusión del mundo de la discapacidad e incluso su experiencia política – recordemos que se desempeñó como vicepresidente de Correa entre los años 2007 al 2013 - unido a las propias dificultades económicas y políticas de la alianza gobernante, no ha sido suficiente para triunfar en primera vuelta.
Consciente de esa posibilidad, Lenín Moreno declaró, pocos minutos después que el Consejo Nacional Electoral diera a conocer los votos con el 98,5 % de las mesas escrutadas que “esta es una lucha de largo aliento, porque esta batalla la vamos a ganar, pero hay muchas otras que librar, que hay que seguir librando. Hay que ir conquistando espacios. Ya se han conquistado muchos, pero seguiremos conquistando otros”. Un millón de votos de diferencia entre la Alianza País y el Movimiento derechista es el resultado de las elecciones generales ecuatorianas destinadas a elegir el mandatario de la nación sudamericana, su vicepresidente y a 137 integrantes de la Asamblea Nacional – de los cuales 76 corresponden ya a la alianza oficialista generando con ello una mayoría en la cámara parlamentaria - además de cinco representantes al Parlamento Andino.
A todo ello se adicionó una consulta a la ciudadanía, por iniciativa del gobierno de Rafael Correa, para prohibir que cargos públicos tenga bienes o capitales en paraísos fiscales. La pregunta específica fue "¿Está usted de acuerdo en que, para desempeñar una dignidad de elección popular o para ser servidor público, se establezca como prohibición tener bienes o capitales, de cualquier naturaleza, en paraísos fiscales?". Una consulta que tendrá efectos indudables, sobre la vida política latinoamericana, donde parte importante de su clase política tiene estrechas vinculaciones con el mundo de los negocios, las empresas, la banca y el sistema financiero a través de los grupos económicos que suelen financiar la actividad política de la casta política. Tal como ha sucedido en países como Chile donde su denuncia ha generado una profunda crisis en la institucionalidad política de este país andino.
Más de 12 millones de ecuatorianos respondieron el pasado domingo 19 de febrero a la consulta popular denominada “pacto ético”: Hasta el cierre de este articulo, con el 72,5 por ciento de actas escrutadas, el SÍ conseguía un 55,10 por ciento de los votos, contra un 44,9 % del NO. Recordemos que el 3 % del PIB del Ecuador – estimada en 32 mil millones de dólares está depositada en paraísos fiscales como fue denunciada el año 2016 por el mandatario ecuatoriano tras el escándalo de los llamados Panamá Papers. El propio candidato derechista posee capitales en países considerados paraísos fiscales, por tanto, si eventualmente fuese el ganador de la elección presidencial, el hecho que el SI se haya impuesto obligaría a los funcionarios públicos, en el plazo de un año, repatriar dichos fondos so pena de ser destituidos.
Seguridad salud, educación empleo fueron los temas principales que movieron el sentir ciudadano ecuatoriano y las propuestas de los distintos movimientos políticos que pugnaron por alcanzar la primera magistratura del país sudamericano. Moreno llamó al diálogo, al consenso, entenderse, escucharse y hacer realidad una sociedad inclusiva, factores fundamentales dentro de la consolidación de la democracia. Ello, en momentos que la tensión se deja sentir en el ambiente político ecuatoriano con las sospechas y denuncias – emanadas desde CREO y de la oposición agrupada en torno a Cynthia Viteri – de un supuesto fraude por la decisión del CNE de dar a conocer la cifra final de la votación presidencial, tres días después del fin de los sufragios. Idea alentada también por medios de comunicación internacionales, crónicamente opositores, como el Diario El País de España que han sostenido una fuerte campaña de desprestigio contra el gobierno de Correa y que magnificaron las protestas derechistas, que hubiese alcanzado mayor virulencia si el candidato del oficialismo hubiese alcanzado el 40 % necesario para ser el nuevo presidente.
Pozo afirmó ante el hecho del retraso en la información oficial sobre si habría ganador en primera vuelta o un ballotage que “El retraso en el ingreso de los datos oficiales se debe a inconsistencias, actas rezagadas y entrega de resultados que no han tenido firmas adecuadas de secretarios o presidentes de juntas". Mientras las cifras de Moreno se acercaban lentamente al deseado 40 % el nerviosismo se intensificó en la nación sudamericana, incluso con amenazas de bombas en la sede de la Alianza País, sumado al intento de atentado explosivo contra la presidenta de la Asamblea Nacional, Gabriela Rivadeneira, el pasado jueves 16 de febrero. Encendiendo aún más el ánimo de la población con el incremento de las acusaciones de parte de la derecha, que salió en pequeño pero virulento y ruidoso gentío a acusar al gobierno de un supuesto fraude. A pesar que el gobierno invitó a la Alianza País y CREO, organizaciones como Unasur y la OEA a ser protagonistas y participes de la etapa final del proceso de escrutinio, como muestra absoluta de transparencia. Para la derecha eso no fue suficiente y comenzó a aplicar tácticas de desestabilización, conocidas y crónicas en su forma de hacer política desinformando, llamando a la población a “defender la democracia” y otros clásicos de los manuales golpistas.
Se pone en juego la revolución Ciudadana
Concretada una segunda vuelta, el escenario se complica para Lenín Moreno visto, esencialmente, dos puntos: Uno, la decisión de parte importante de la oposición de anunciar su voto a favor de Guillermo Lasso como fue el caso de la candidata derechista socialcristiana Cynthia Viteri, que obtuvo el tercer lugar en la presidencial con el 15,5% de los votos señalando “Votaremos por la candidatura del señor Lasso pero no formaremos parte de un eventual gobierno de CREO” un apoyo que no garantiza, en modo alguno el endosar a Lasso el porcentaje obtenido por esta abogada y periodista nacida en Guayaquil. En segundo lugar, la fuerte competencia que se desatará para conseguir los apoyos y votos necesarios que permitan, a uno y otro candidato llegar a la presidencia con los clásicos ofertones de cargos y prebendas, que suelen acompañar el juego electoral de una derecha decidida a recuperar el poder ejecutivo en Ecuador.
En ese plano, Lasso ha convocado a la oposición a construir “una mesa de gobernabilidad por el Ecuador” lanzando la ya conocida provocación respecto a que los gobiernos del llamado “socialismo del Siglo XXI” no generan esa estabilidad, en una matriz discursiva que se ha utilizado contra la exmandataria argentina Cristina Fernández, Dilma Rousseff en Brasil y Nicolás Maduro en Venezuela. Una derecha agrupada en CREO que intensificará su llamado a derrotar lo que llama “el autoritarismo Correista” negativizando la labor del actual mandatario, calificando a esta década de gobierno, como una década perdida, sin reconocer logro alguno de la Alianza País. Acusando que no se ha logrado salir de la práctica de un Estado Rentista, con un modelo fracasado en lo económico y con métodos autoritarios en lo político, lo comunicacional y en materia de participación política.
Por su parte, la Alianza gobernante apelará a la consideración que los diez años de gobierno de Correa son una “Década Ganada” donde las relaciones políticas y económicas internacionales se han diversificado, como integrantes de alianzas regionales pero también buscando nuevos mercados. Con una clara disminución de la pobreza – sacando de esa línea a dos millones de ecuatorianos – con reformas del Estado en materia de consolidación de instituciones democráticas y una reforma en el ámbito educativo como nunca antes en Ecuador bajo la premisa de pasar de la manufactura a la mente factura, invirtiendo en formación, capacitación y apostar al mañana. Junto a una reforma sanitaria de envergadura.
En un escenario de ballotage la Alianza País deberá establecer puentes a la oposición y a sectores sociales desencantados, lo que se ha denominado una corrección estratégica, reconociendo, que no es la fuerza interna avasalladora que era con Correa el año 2009 y el 2013. Sobre todo en un escenario transversal de acusaciones de corrupción, convertido en una plaga en las últimas elecciones en Latinoamérica, que obliga a replantearse la forma de hacer política pero, sobre todo, depurar de malos elementos el aparato estatal y la labor del sector privado en el mismo plano. Aquí se trata de un mal general y no sólo adscrito al ámbito público. En este marco las acusaciones contra la estatal Petroecuador fue un duro golpe a la imagen de gobierno y con ello la posibilidad de un triunfo holgado en primera vuelta.
Las cifras de la votación presidencial y ratificada por el Consejo Nacional Electoral – CNE – muestran un triunfo con sabor amargo de Lenin Moreno. La incertidumbre frente al ballotage del próximo 2 de abril da muestra de una división marcada en la sociedad ecuatoriana. Entre los partidarios de un proyecto que se prolongó por diez años y aquellos, que en una oposición fragmentada – pero dispuesta a unirse contra Moreno – muestran la disposición de modificar fuertemente lo que ha sido la política económica, política, comunicacional y de relaciones exteriores de la República del Ecuador si llegan a ocupar el gobierno.
Prueba de ello, por ejemplo, es la opinión del candidato Guillermo Lasso, quien declaró que en caso de ser electo, el perseguido Julian Assange deberá dejar la Embajada de Ecuador en Londres , donde se encuentra refugiado desde hace un lustro “Nuestra Embajada no es un hotel. Le diremos al señor Assange cordialmente que se retire de la embajada del Ecuador en Inglaterra y buscaremos hacerlo dentro del marco del respeto al derecho internacional en los primeros 30 días del gobierno". Un claro guiño a la nueva administración estadounidense y la muestra fehaciente del lado en que se encuentra en materia de la defensa de la transparencia informativa, del manejo político y de las alianzas que pretende tejer en caso de llegar a ocupar el Palacio de Carondelet.
Este mes y algunos días de espera, para la segunda vuelta, serán de fuerte tensión en Ecuador, desde el este y su confluencia con los ríos Napo y Aguarico, hasta el extremo oeste en la Punta de Santa Elena. Desde el Río Mataje en el norte al Río Chinchipe en el sur. Un mes donde se agudizarán las contradicciones y visiones dispares entre el oficialismo, representante del llamado “Socialismo del Siglo XXI” y una derecha que pugnará por volver a ocupar la primera magistratura. Y, en este período, la sociedad ecuatoriana tendrá que caminar con mucho cuidado. Esto, pues la historia en Latinoamérica nos enseña en forma contumaz, que cuando la derecha temer perder en las mesas de sufragio, cuando sus intentos de apoderarse del Estado se ven frustrados, suele acudir con entusiasmo desbordante a la violencia e incluso a Golpes de Estado, para así generar el temor en la población, torcer las decisiones ciudadanas, enrarecer el ambiente.
Las elites conservadores, los dueños del capital no dudan en llamar a las calles y a la violencia en un actuar intimidatoria destinado a fomentar el caos. Es la clásica visión que trata de imponer la idea, que si gana la derecha todo el proceso es limpio pero si triunfan aquellos que propugna una visión distinta al neoliberalismo, no dudan en llamar a las calles, acusar de fraude, sabotear a las instituciones electorales, incentivar el terror y con ello torcer la voluntad ciudadana. Sin negar la necesaria autocrítica a la forma de hacer gobierno de los gobiernos centrados en garantizar el apoyo social, también es fundamental estar alerta, denunciar y cortar de raíz cualquier intento desestabilizador contra el Estado ecuatoriano como lo está haciendo el sector oligárquico y reaccionario de la sociedad de este país sudamericano. El 2 de abril se juega algo más que una presidencia en momentos que Latinoamérica soporta vientos de fuerte derechización.
El legado de Correa y la estrategia geopolítica de los Estados Unidos
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- febrero 22º, 2017
Estas líneas vienen cargadas con el peso de las circunstancias. No hay nada más verdadero que las palabras que fluyen en medio de la política urgente; con frases más o menos bien hilvanadas estamos construyendo verdad histórica, o sea, verdad política.
Las ciencias sociales, tan almidonadas como gustan estar de la neutralidad académica, no son incompatibles con la construcción intersubjetiva de la verdad, siempre parcial y no definitiva. No estamos tentados por la deshonestidad de la neutralidad, el mentiroso manto protector de toda ideología. No existe independencia o soberanía, entendida como una posible y probable capacidad de autonomía en un sistema-mundo asimétrico, desigual, jerárquico e interdependiente, más que dentro de los marcos geopolíticos de la Patria Grande.
La integración sirve siempre y cuando sume, al decir de Aldo Ferrer, densidad nacional. Y qué mejor citar a Juan Domingo Perón, al generar una política del continentalismo que conduzca a la unidad de América del sur como primer paso.
Los movimientos, partidos o gobiernos que se llaman "progresistas" o “socialismos del siglo XXI” remiten a movimientos nacionales y populares que son una actualización residual de los clásicos grandes movimientos o partidos de las décadas del 40 o 50 del siglo XX.
Estos movimientos y partidos nacionales populares nacidos en el post Consenso de Washington se aglutinaron alrededor de un caudillo, plantearon programas de inclusión social luego de la década neoliberal de los 90, buscaron la industrialización (y quedaron a mitad de camino, cerca de una reprimarización de la economía), levantaron las banderas de la movilización social y de la democracia participativa y avanzaron en procesos de integración ensamblando el Mercosur, la Unasur y la Celac.
No parece que haya un triunfo de las derechas simplemente porque se constata un retroceso de las izquierdas. Esta repetición de un axioma vulgar y dogmático de ciertos intelectuales y políticos europeos sigue sin entender la cuestión de fondo, la cuestión nacional latinoamericana irresuelta o inconclusa. Aquellos que tanto gustan hacer de la política un ejercicio matemático de sumas y restas electorales creen que han llegado para quedarse, cuando aún falta resolver si realmente llegaron.
Las izquierdas, entre ellas Correa, levantaron ciertos grados de culto a la personalidad, faltó una planificación sistemática de políticas integrales (al contrario de los movimientos nacionales populares clásicos, verdaderos Estados planificadores como el peronismo clásico o Vargas en Brasil), faltó la articulación de una política educativa y cultural de fondo que genere una ciudadanía común (sigue sin haber reconocimiento de títulos) y faltó resolver en plenitud una geopolítica de infraestructuras. Hubo una sobredosis de discurso más que de acciones estratégicas (el Banco del Sur nunca se concretó), que significó una sumatoria encadenada de debilidades. La muerte de Hugo Chávez, el gran propulsor de esta etapa, profundizó la debilidad. La corrupción extendida dinamitó las mayorías electorales, justo cuando Estados Unidos logra imponer la transparencia como mecanismo de alineamiento sumiso. Como si la política fuera una tarea de ángeles y no de decisores.
Tras la derrota del ALCA en Mar del Plata, Estados Unidos repensó la estrategia. Construyó la Alianza del Pacífico, resucitó los acuerdos bilaterales y logró que por primera vez en la historia la derecha llegara al poder por vía electoral. El impensado Mauricio Macri, más por errores del peronismo que por atributos propios, es presidente en Argentina. En Brasil asume Temer montado sobre un golpe de Estado, y América Latina retrocede casi sin librar batalla. Ellos no tuvieron muchos aciertos, nosotros cometimos muchos errores.
En Ecuador, el largo legado de Correa es claramente significativo. Un poco más allá, en América Latina, su país y su pueblo obtuvieron autoestima, inclusión social, una reforma educativa, una política de seguridad ciudadana y una apuesta a la integración.
Ecuador era un país institucionalmente decrépito, el presidente cambiaba constantemente y hasta perdió la soberanía monetaria. No había autoridad que pudiera recuperar la identidad ecuatoriana del país ubicado en la mitad del mundo. Por todo el cambio logrado el balance de la historia reservará para Rafael Correa un lugar preponderante.
Pero todo cambio produce al mismo tiempo resistencia e inercia. En ese balance inestable entre avance y permanencia, los cuerpos tienden a estancarse. Aunque el fin de la historia fue una hipótesis llamativa en su momento, sólo figuró en la cabeza de Fukuyama. Los latinoamericanos creímos en la calidad de esa mercadería barata, pero lo cierto es que la historia nunca se detiene, sencillamente no puede.
Lo que sucede en Ecuador tiene un origen lejano en las pretensiones hegemónicas de Estados Unidos. Comprender el itinerario geopolítico de la República Imperial, tal como la definió Raymond Aron, va más allá de los modos y caprichos aparentes de Donald Trump. Aunque golpeado y malherido, el león americano sigue rugiendo.
La política exterior de Estados Unidos se instrumentó en sucesivas etapas conocidas como "doctrinas" o "estrategias" de seguridad.
1. George Washington pronuncia su discurso de despedida en 1792. Allí elabora la doctrina del aislacionismo, que consistía en comerciar con el mundo tras una primera etapa de proteccionismo, evitando entrar en disputas con el equilibrio de poder europeo.
2. La Doctrina Monroe fue una declaración unilateral que buscaba garantizar una América hispánica ubicada dentro de su ámbito geopolítico interno, el patio trasero. Nace como una postura opuesta al pensamiento bolivariano plasmado en el Congreso de Panamá de 1826, anteriormente expresado en el discurso de Angostura de 1819.
3. La Doctrina del "Destino Manifiesto", utilizada por primera vez por el periodista norteamericano John Sullivan en 1838, afirmaba que Estados Unidos era el pueblo destinado por la Providencia para regir los destinos de la humanidad. Así Estados Unidos se convierte en una ideología fundamentalista, una teología de la historia.
4. La Doctrina Mahan, luego de la unificación territorial bioceánica, para la cual tuvo importancia la obra geopolítica de Frederik Turner, "La frontera en la historia americana". Estados Unidos ya deja atrás la conquista del oeste y los cowboys y se dedica a los marines y los océanos. Es el almirante Alfred Mahan quien planifica la proyección al mar Caribe y al Océano Pacífico.
5. La Doctrina Spykman. Nicholas Spykman es el pensador geopolítico de la Segunda Guerra Mundial con su obra "Estados Unidos frente al mundo", heredera de la tradición del geopolítico inglés Harlford Mackinder. La cuestión era controlar, a partir de los bordes o rimlands a Japón e Inglaterra, al pivote de la tierra, Eurasia, y aniquilar a América Latina.
En esta etapa, Estados Unidos ya era una potencia hemisférica (desde principios del siglo XX), una potencia atlántica (con la segunda guerra mundial) y una potencia pacífica (en la posguerra).
6. La Doctrina de la Contención fue impulsada por el demócrata Harry Truman, aunque el verdadero ideólogo fue el diplomático George Kennan. La finalidad era contener a la Unión Soviética. La OTAN fue la expresión institucional de esta estrategia a nivel global y la Doctrina de Seguridad Nacional fue el correlato latinoamericano de combate al comunismo, con dictaduras militares y represión sistemática.
7. La estrategia globalista de ampliación de mercados fue liderada en los años 90s por el sonriente Bill Clinton. Consistía en generar zonas de libre comercio como el Nafta y su ampliación al Alca, que fracasó en Mar del Plata. También buscaba instalar un sistema de libre mercado en Rusia a través del debilitado Boris Yeltsin.
8. La Estrategia de Guerra Preventiva o anticipatoria de George W. Bush tras los atentados a las Torres Gemelas buscaba llevar la lucha contra el terrorismo anticipando cualquier agresión en cualquier espacio geográfico, una estrategia de guerra permanente que aún continúa.
Estados Unidos está inmerso en una profunda crisis, hegemónica y comercial. Su hipótesis de conflicto es el pivote Asia-Pacífico y la tríada China-Rusia-Irán, aunque sus amenazas se lanzan sobre su no tan débil vecino mexicano. Sea como fuera, Estados Unidos busca recuperar una hegemonía definitivamente perdida.
El problema de Estados Unidos está adentro, aunque busque la solución afuera, comportamiento típico de las potencias asediadas. Y aunque las derechas locales, desde Macri hasta Lasso, sueñan con las migajas que caen de la mesa americana, Estados Unidos no los dejará entrar al banquete. El panorama internacional no auspicia revoluciones socialistas, pero menos aún promueve alineamientos globalizados. Si Hillary Clinton perdió las elecciones, el neoliberalismo perdió el piso.
El aislacionismo, el proteccionismo y la xenofobia buscan resucitar el sueño de levantarse sobre sus propios pies y caminar sus propios pasos, algo que Estados Unidos en verdad nunca ha hecho. La mitología fundadora de los Padres Peregrinos y su ascetismo calvinista a bordo del Mayflower en 1620 tiene las características fabulosas de todo relato iniciático. Pero la decadencia cultural americana no resiste ni la supervivencia de sus mitos fundacionales.
Estados Unidos no puede responder la gran pregunta de Samuel Huntington, ¿Quiénes somos? Ecuador, gracias a la ardua tarea de reconstrucción significativa de la identidad, sabe ahora mejor que antes ‘Quiénes Somos’.
América Latina sabe que es estratégicamente relevante, ha dado algunos pasos institucionalizados hacia la integración, se ha conservado como la zona de paz más grande del mundo, conserva aún su renta geopolítica de biodiversidad, alimentos, agua y energía.
Falta avanzar, necesita no retroceder. Los que siempre fueron autoritarios, ahora predican democracia; los que construyeron democracia popular ahora parecen autoritarios. Unos tienen problemas, pero los otros no tienen soluciones.
Estas son las reflexiones que nos merecen el legado de Rafael Correa, positivas porque sirven para seguir reconstruyendo el camino estratégico de la política. Su lucha ha valido la pena.
Miguel Ángel Barrios, Doctor en Educación y Doctor en Ciencia Política. Autor de más de quince obras de política latinoamericana de reconocida referencia bbliográfica. Inauguró en Ecuador, por invitación oficial, el Centro de Estudios Estratégicos de las Fuerzas Armadas, con la clase magistral “Geopolítica de América del Sur”.
Norberto Emmerich, Doctor en Ciencia Política. Autor de varios libros sobre narcotráfico y seguridad. Fue decano del Centro de Seguridad y Defensa del Instituto de Altos Estudios Nacionales, Quito, Ecuador.
¡Sorpresa! La izquierda regresa en América Latina
El excelente desempeño en Ecuador del candidato antineoliberal, Lenín Moreno, en la primera vuelta electoral este domingo 19 de febrero demuestra que no es cierto que el ciclo de gobiernos progresistas en América Latina se haya acabado.
Dicen que la izquierda se ha muerto en América Latina. Que la destitución de Rousseff en Brasil, la victoria de Macri en Argentina y la guerra económica contra Maduro en Venezuela implican el fin de una época. Quieren que quienes luchamos por la justicia, la paz y la soberanía nos demos por vencidos y aceptemos nuestra supuesta derrota. Pero ello sería un gran error, sobre todo porque en México viene la revancha.
El partido de López Obrador, Morena, logró en 2016 lo que no pudieron hacer ni Podemos en España ni Bernie Sanders en los Estados Unidos: el tan anhelado 'sorpasso' en el que la nueva izquierda renovada logra rebasar a la vieja supuesta izquierda burocratizada y corrupta.
Después de dos vueltas electorales, Podemos no logró alcanzar al PSOE en España y Bernie Sanders tuvo que resignarse a hacer campaña a favor de Hillary Clinton.
López Obrador ya rebasó y dejó atrás la vieja izquierda representada por el Partido de la Revolución Democrática. Ahora se encuentra en primer lugar en todos los sondeos electorales hacia las elecciones en 2018. Todos ya quieren estar con Morena y con López Obrador.
Todo parece indicar que tal como México fue la excepción en la “ola rosa” hacia la izquierda en toda América Latina, también será la excepción dentro del reflujo hacia la derecha. Tal y como ocurrió en la revolución de 1910 y con el levantamiento zapatista en 1994, México en 2018 podrá poner una vez más el ejemplo al mundo.
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