Las últimas entrevistas de Guillermo Lasso revelan lo que Jaime Nebot ha dicho de él: el verdadero Lasso fue el de un año para acá y el falso el que fue su amigo antes del 2016.
Redacción Política
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Claro, porque desde el 20 de febrero el banquero aboga por la paz, el diálogo, la unidad y un sinfín de buenos propósitos que lo diferencian de quien llamaba, machete en mano, a “darle en el culo a Correa”, solo por mencionar un caso. Hay otros impublicables y algún chiste de mal gusto refugiado en el olvido.
¿Guillermo Lasso quiere lavar la imagen de su binomio porque Andrés Páez luce violento, intolerante, llamando a la venganza, sustentando el odio como arma política y generando el rechazo de sus propios seguidores? (¿No son muy reveladores los correos entre César Monge y Juan José Pons momentos previos a la designación del binomio exhibidos en las redes sociales?). Debe ser muy fuerte su preocupación que hasta César Monge bajó el tono, Fausto Cobo desapareció y personajes de segunda o tercera fila como Patricio Donoso o Diego Salgado se callaron.
¿Guillermo Lasso quiere ser el hombre de la paz porque Andrés Páez no controla su ímpetu hepático? No, al contrario: quienes conocen de cerca a Lasso dicen que sus arrebatos tienen expresiones de un alto voltaje y ocurren en momentos de tensión o de derrota. Los manotazos en la mesa cuando no le hacen caso, son conocidos.
Páez tiene demasiados ejemplos y “anécdotas” de violencia verbal o algún acto de arrogancia, como aquel de ordenarle al vicealcalde de Quito, que no permita a la policía municipal retirar los autos (de lujo) de los protestantes de CREO.
Si en esta segunda vuelta Lasso y Páez quieren ser diferentes, maquillar su real conducta personal, deberían someterse a entrevistas de fondo, no las que hacen Alfredo Pinoargote o Gonzalo Rosero, mucho menos las que pacta con medios y periodistas contratados. Ahí conoceremos quiénes son los buenos y malos, los tolerantes y conciliadores, pero sobre todo sabremos para qué quieren gobernar Ecuador.
EL TELÉGRAFO
¿Guillermo Lasso quiere lavar la imagen de su binomio porque Andrés Páez luce violento, intolerante, llamando a la venganza, sustentando el odio como arma política y generando el rechazo de sus propios seguidores? (¿No son muy reveladores los correos entre César Monge y Juan José Pons momentos previos a la designación del binomio exhibidos en las redes sociales?). Debe ser muy fuerte su preocupación que hasta César Monge bajó el tono, Fausto Cobo desapareció y personajes de segunda o tercera fila como Patricio Donoso o Diego Salgado se callaron.
¿Guillermo Lasso quiere ser el hombre de la paz porque Andrés Páez no controla su ímpetu hepático? No, al contrario: quienes conocen de cerca a Lasso dicen que sus arrebatos tienen expresiones de un alto voltaje y ocurren en momentos de tensión o de derrota. Los manotazos en la mesa cuando no le hacen caso, son conocidos.
Páez tiene demasiados ejemplos y “anécdotas” de violencia verbal o algún acto de arrogancia, como aquel de ordenarle al vicealcalde de Quito, que no permita a la policía municipal retirar los autos (de lujo) de los protestantes de CREO.
Si en esta segunda vuelta Lasso y Páez quieren ser diferentes, maquillar su real conducta personal, deberían someterse a entrevistas de fondo, no las que hacen Alfredo Pinoargote o Gonzalo Rosero, mucho menos las que pacta con medios y periodistas contratados. Ahí conoceremos quiénes son los buenos y malos, los tolerantes y conciliadores, pero sobre todo sabremos para qué quieren gobernar Ecuador.
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