No existe exigencia social ninguna de volver a los dañinos bozales. Todo está orquestado por "lobbies" de presión que no dudan en recurrir a la más burda propaganda. Sostener que para sobrevivir a un germen imaginario hemos de añadir a nuestra anatomía un miserable y humillante trapujo que tape nuestra boca y nariz es un insulto a la inteligencia humana. En palabras de don Rafael Gazo Lahoz: "Resulta que tuvimos que llegar al año 2020 para darnos cuenta de que han sido unos iluminados que solo quieren nuestro bien y que sólo quieren protegernos los que nos han mostrado el camino y la verdad. Nos han demostrado con su infinita ciencia que para caminar, respirar y vivir seguros, necesitamos un permanente, repulsivo, asfixiante, maloliente, putrefacto, contaminado, y humillante trapujo o papelucho que nos tape como si fuésemos perros peligrosos, la boca y la nariz".