En una entrada de hace cuatro años relatábamos los problemas técnicos del caza F-35 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, fabricado por el gigante estadounidense de la aeronáutica Lockheed Martin. Entonces el Pentágono tuvo que acabar reconociendo que la mayor parte de ellos no habían podido ni siquiera despegar en un test simulado.
El F-35 es un pozo sin fondo para los presupuestos del Pentágono, posiblemente el mayor fracaso de la tecnología militar de Estados Unidos. La semana pasada una de las unidades no pudo aterrizar en el portaaviones Carl Vinson (CVN-70) y se precipitó en el Mar de China Meridional.
El piloto pudo lanzarse al exterior y fue recuperado por un helicóptero militar, pero siete marineros a bordo del portaaviones resultaron heridos. Tres de ellos fueron declarados estables y evacuados a un centro médico en Manila, mientras que los otros cuatro fueron tratados localmente con heridas leves.
La fotografía de portada muestra el F-35C II Lightning II momentos antes de hundirse bajo el agua y la inteligencia militar estadounidense asegura que se trata de “propaganda china”, o sea, que la han fabricado con Photoshop.
Como si eso fuera necesario… Hasta ahora todos los indicios muestran que los F-35 jamás entrarán en combate, a pesar de que es la aeronave más cara de la historia militar. De última (de)generación. En otras palabras, los F-35 son otra muestra más de que la corrupción se ha apoderado del complejo militar-industrial estadounidense.
El caso es que hay un F-35C hundido en el fondo del Mar de China Meridional y el Pentágono trabaja a contrarreloj para recuperar los restos para evitar que lo puedan recuperar los chinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta