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EL SISTEMA DEL MIEDO


Por una vez, tomémoslo con calma. Es decir, no nos detengamos en describir, y analizar en la medida de lo posible, hechos individuales, sino que observémoslos con una mirada más amplia. A vista de pájaro, si se quiere.

La guerra. Guerra en todas partes. Guerra en Palestina, la masacre de Gaza, el Líbano acorralado por la ofensiva israelí, Siria hecha pedazos y, al menos en parte, en manos de ese carnicero que es Al Yolani y sus milicias. Y la ofensiva turca contra los kurdos, la amenaza de un enfrentamiento directo entre Israel e Irán, todo el Gran Oriente Medio en estado febril.

Luego Ucrania. Enviada al matadero por intereses financieros no tan ocultos. Y dirigida por una especie de caricatura de dictador del Estado Libre de Bananas. Que, sin embargo, no es ni gracioso ni sonriente como el de Woody Allen. Porque está masacrando innecesariamente a lo que debería ser su pueblo. Al que está intimidando con un sistema policial y tiránico que tiene muy pocas comparaciones en la historia.

Y los vientos de guerra soplan sobre Rumanía. Un golpe interno, con el apoyo de un poder judicial servil, que ha cumplido la voluntad de Bruselas. Para impedir el ascenso a la presidencia de un candidato independiente que había ganado las elecciones. Acusado de estar a sueldo de Moscú, pero, en realidad, sólo consciente del desastre que representa una guerra con el coloso ruso. Y Transnistria declarándose independiente, y pidiendo la ayuda de Moscú. Como los gagauzi, una minoría perseguida.

Luego Serbia. Asediada por una Unión Europea cada vez más hostil. Que ha favorecido al componente albanés de Kosovo, ignorando la historia, y distorsionando la realidad. Para entregar la inquieta región a bandas criminales, detestadas, incluso temidas por la propia Albania. Y convertir Kosovo en una especie de Tortuga, un reino del filibustero, útil sólo a las mafias internacionales. Y cada vez más penetrado por elementos del yihadismo islámico.

Y Bulgaria sumida en el caos. Y Eslovaquia casi desestabilizada por el intento de asesinato de su primer ministro, Fico.

Y los vientos de guerra que se avivan a diario en la zona del Pacífico. Taiwán utilizado como avanzadilla de una futura, quizá inminente, guerra con China. Una guerra que los estrategas de Pekín, aunque no la desean, consideran (casi) inevitable.

Y podría seguir, echando un vistazo a los tormentos de África. Al desastre militar que acabó con lo que era Libia. A los conflictos en la región del Sahel. Al Sudán atormentado por guerras civiles y religiosas....

Y, luego, un paso atrás. Unos cuantos años. Al terror -porque eso fue- sembrado con COVID. El pánico, casi generalizado, que pareció paralizar al mundo, por lo que, bien mirado, no era más que una epidemia de gripe un poco más fuerte. De esas que llegan cada diez años, más o menos. Y acaba, por desgracia, con muchos ancianos y enfermos.

Pero, esta vez, cierre, o más bien segregación en casa. Vacunas que no eran vacunas y que, si acaso, debilitaban a los sanos, causando miles de muertos. Y, sobre todo, una especie de tara inminente, una angustia sorda, esencialmente inmotivada, pero de la que se lucha por salir.

Piense en todo esto por un momento. Y absténgase del inútil juego de culpar a unos o a otros. Eviten tomar partido, al menos por una vez. Y abstraeros de la propaganda masiva que os condiciona.

Haciéndose una pregunta. Sólo una pregunta.

¿Cuál es la causa de todo esto? ¿Cuál es el resultado? Cuál es el propósito, por encima de todo. Porque un propósito, un propósito primario del que derivan todos los demás, tiene que haber. Lo que ha ocurrido, y sigue ocurriendo, no es, no puede ser el producto aleatorio de, insólitas, casualidades. Por el contrario, si se observa la escena general como... desde arriba, a vista de pájaro, sin juicios artificiales a priori, se puede vislumbrar un diseño general.

Y este diseño no es otro que... el miedo.

Pero no un miedo normal, natural, instintivo...

Más bien un miedo inducido, sistémico.

Un miedo que sirve para esclavizar a los hombres. Para privarlos de toda libertad. De todo impulso.

Sí, pero ¿inducido por quién? Este sigue siendo el enigma suspendido... porque los que aparecen, políticos, funcionarios, periodistas esclavizados... son, evidentemente, sólo herramientas.

De algo más. De algo que no puedo, o no me atrevo, a definir.

Andrea Marcigliano

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