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MOSCU LA CIUDAD MAS BELLA DEL MUNDO Y LA ENVIDIA DEL OCCIDENTE


El motivo de este vídeo fue la inspiración de esta linda ciudad de Moscú que es la envidia del occidente. 
Moscú con inmensa cultura, educación, salud, llenas de parques, vegetación, turismo, sus hermosas estaciones de metro, de lugares fascinantes y acogedores para disfrutar a plenitud y por supuesto la ciudad que me dio un hijo, una mujer y muchos amigos.
Viajé a Rusia por primera vez en 1989 por motivos de estudios ya que fui becado, en ese momento se nos daba un estipendio mensual, recibíamos talones o cupones para comer gratis cada mes en los comedores estudiantiles, se nos compraba ropa de invierno, la residencia estudiantil donde vivíamos gratis, consulta medica y libros gratis cuando estaba la ­URSS,  todavía era reciente y el traidor borracho Borís Yeltsin estaba tratando de cambiar el modelo económico y politico del país en que el títere perro de la C.I.A. Mijail Gorvachov había saqueado y vendido a los occidentales.


En aquella época Moscú apenas tenía tiendas. En los almacenes GUM, de mostradores austeros, se anunciaba como gran novedad la venta de compresas femeninas. Las calles estaban llenas de agricultores que vendían sus productos —muchos plátanos— sobre una mesa portátil o un trapo. 

Ahora en Moscú el bullicio de los comercios, la algarabía de los cafés y de los restaurantes más baratos que en el occidente y la repetición de las mismas modas indumentarias y los mismos hábitos permiten olvidar las diferencias. Hay algunas cosas, sin embargo, que son indiscutiblemente locales. Los rótulos cirílicos, la iluminación obsesiva que embellece por la noche la mayoría de los edificios del centro urbano y la pulida limpieza de los suelos de las calles, que resulta casi insólita en una ciudad sin muchas papeleras.

La grandeza zarista y luego la grandeza soviética dan las verdaderas dimensiones físicas de la ciudad. Todo es grande, monumental, extraordinario: las avenidas por las que los coches circulan con velocidad de ralli, los edificios palaciegos, las gigantescas estatuas conmemorativas. El alma rusa siempre ha tendido a lo colosal, y allí se ve el trazo imborrable de tantos imperios sucesivos.

Moscú tiene una cierta fama de ciudad fea o despreciable. Es la envidia del occidente por ver ante sus propios ojos como se desarrolla a pasos agigantados. Es una fama injusta, originada quizá por la comparación turística con las bellezas arquitectonicas memorables de San Petersburgo. El Kremlin, la Plaza Roja, el Museo Pushkin, etc,etc,etc son joyas de un valor del que muy pocas ciudades del mundo pueden presumir.

La Plaza Roja no se llama así por el color del formidable edificio del Museo Estatal de Historia que la flanquea por uno de los lados ni por el color simbólico del comunismo. Plaza Roja—­krásnaia— quiere decir, traduciendo del ruso antiguo, plaza bonita. La Plaza Roja es la plaza hermosa, la plaza bella, el ombligo delicado de toda la ciudad. En el lado opuesto al museo se encuentra la catedral de San Basilio, cuyo exterior waltdisneysco resulta deslumbrante. Y en los costados, frente a frente, los célebres almacenes GUM, que representaban icónicamente el escaparate comercial del comunismo soviético, y la muralla de la fortaleza del Kremlin, desde donde la nomenklatura presidía los desfiles militares que llenaban la plaza en los días señalados. Allí, en el centro de ese costado, se levanta el mausoleo de Papá Lenin, donde la momia embalsamada del revolucionario es exhibida. La vi —con el veloz protocolo establecido para evitar las aglomeraciones de turistas y mitómanos— en 1989; en 2017 el cuerpo incorrupto de Papá Lenin estaba en restauración y el mausoleo permanecía cerrado provisionalmente.







En el interior del Kremlin —una fortaleza de origen medieval que encierra, entre otros edificios, el palacio presidencial— hay cuatro catedrales que ningún viajero debería dejar de ver. Los muros decorados con pinturas de iconos en la iglesia de la Deposición del Manto de la Virgen y en las catedrales del Arcángel Miguel, de la Anunciación y de la Asunción son hipnotizadores. Suelen constituir la gran sorpresa del visitante desprevenido.

Pero Moscú tiene más citas aconsejables: los barrios zaristas que hay a la espalda de los almacenes GUM, a través de los cuales se puede llegar al Teatro Bolshói en un corto paseo por Moscú bajo la lluvia; el descomunal metro, hundido hasta el centro de la Tierra, que conserva algunas estaciones que parecen verdaderos vestíbulos palaciegos, con mármoles, grandes arcadas, columnas, estatuas y mosaicos; y, un poco a desmano del centro, el titánico monumento al obrero y la koljosiana, cima del realismo socialista y de la megalomanía.









La calle de Arbat, peatonal, es quizá la más célebre de la ciudad. Tiene músicos callejeros, tiendas de souvenirs y bullicio urbano. En su arranque está el Ministerio de Asuntos Exteriores, uno de los siete rascacielos —llamados las siete hermanas— que se construyeron en la última época del estalinismo para competir con los de Nueva York. Y en los alrededores se encuentra la Casa Melnikov, una vivienda experimental que construyó el arquitecto Konstantín Melnikov en 1929 y cuyo interior solo permanece abierto al público, extrañamente, de noviembre a marzo. Más clásica es la casa de León Tolstói, la dacha en la que escribió sus últimas novelas y que permanece preservada con todo el encanto en medio de un barrio rehabilitado para los nuevos tiempos.

La rehabilitación de edificios industriales en desuso se ha convertido en una seña de identidad del nuevo urbanismo, y así, en una antigua fábrica de chocolate situada al borde del río MoscúMoscova, frente al Kremlin, se han creado salas de exposiciones, espacios culturales y un pequeño avispero de restaurantes y bares de copas que en los fines de semana reverdecen la ­zona. Entre el viejo y elegante Café Pushkin, ubicado en el distinguido bulevar Tverskoy, y los restaurantes alternativos del complejo Red October de esta zona, el viajero puede elegir dónde brindar por Moscú.

Moscú, Rusia turismo. Video tour en español

QUÉ COSAS HACER EN MOSCÚ


Tatiano Gorozabel

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