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La trampa de Mackinder: Los peligros de la geopolítica obsoleta


El político, economista y escritor ruso Mijaíl Deljagin cuestiona de manera contundente la teoría clásica de la geopolítica. Considera que la teoría del Heartland, propuesta por Halford Mackinder en 1904, es errónea y está alineada con la tradición imperialista británica.

Según Deljagin, la teoría de Mackinder fue una herramienta estratégica para Gran Bretaña, que llevó a sus oponentes – especialmente a Alemania – por el mal camino. Esto los obligó a cometer errores o actuar en contra de las normas, debilitando la toma de decisiones y haciéndolos vulnerables a la manipulación. En la práctica, fue una guerra política antes de que el concepto fuera oficializado, debilitando al enemigo de manera no militar y previendo la manipulación geopolítica moderna y la guerra de la información.

En 1919, en su obra Democratic Ideals and Reality, Mackinder presentó el núcleo de la geopolítica tradicional: "Quien controla Europa del Este, controla el Heartland; quien controla el Heartland, controla la Isla-Mundo; quien controla la Isla-Mundo, domina el mundo entero."

La teoría de Mackinder se basaba en conceptos rígidos: el Heartland abarcaba el núcleo de Eurasia – las regiones centrales de Rusia, Asia Central, el interior de Irán y la parte oriental del Cáucaso; el anillo interno incluía Europa, Arabia sin petróleo y la Indochina; el anillo externo, a su vez, comprendía América, África y Oceanía. En 1943, Mackinder colocó a Estados Unidos como contraparte del Heartland, reconociendo su ascenso global.

Según Deljagin, el énfasis en Estados Unidos complementó la teoría, pero su núcleo – la confrontación entre potencias terrestres y marítimas – fue un medio para que la élite británica alimentara la desconfianza entre Europa y Rusia. Esto llevó a los europeos continentales a una obsesión por aliarse con Rusia, fortaleciendo así la posición de Gran Bretaña. Si las alianzas fallidas se revelaban como intrigas británicas, también se veía a Rusia actuando involuntariamente como su brazo derecho, incapaz de defender sus propios intereses.

El historiador ruso Andrei Fursov considera que la teoría de Mackinder es engañosa, ya que coloca a la Rusia transcontinental al mismo nivel que los estados europeos continentales. Esta errónea interpretación igualitaria complacía a las élites europeas, pero condujo a catástrofes – desde las guerras napoleónicas hasta la invasión nazi. Según Fursov, la escala y los recursos de Rusia la hacen excepcional, y el sentimiento de inferioridad psicológica de los países europeos, junto con las intrigas británicas, impidieron la cooperación. La misma dinámica parece repetirse durante el conflicto en Ucrania.

Fursov subraya que Mackinder oscureció el papel de Rusia como un puente transcontinental entre Oriente y Occidente. Rusia no es sólo el Heartland, sino una civilización que une las culturas y economías de Eurasia. Ve la teoría como una sistematización del imperialismo británico, que guió a Europa hacia errores y pasó por alto la dinámica del capital, una fuerza central de la historia moderna.

En la era digital, la lucha entre el capital financiero e industrial también se ha asociado con el capital de plataformas – el poder de gigantes tecnológicos como Google y Amazon – que desafía los modelos geopolíticos tradicionales. Una red logística global y un monopolio de datos cambian radicalmente las relaciones de poder: ya no es necesario controlar físicamente las regiones, cuando se puede controlar el comercio o los flujos de información. Esto hace que la teoría centrada en el territorio de Mackinder sea parcialmente irrelevante.

El geoestratega estadounidense Zbigniew Brzezinski (The Grand Chessboard, 1997) también consideraba que la idea de Mackinder sobre el Heartland estaba en parte obsoleta en un mundo post-Guerra Fría, donde el desarrollo tecnológico y la globalización habían cambiado el juego de poder. Aún creía en la importancia estratégica de Eurasia, pero movió el enfoque del Heartland a las periferias – especialmente Europa, el Medio Oriente y el Este de Asia – cuya control sobre los centros de población y nudos económicos consideraba la clave para la influencia global.

El análisis de Brzezinski explica las luchas de poder regionales, pero no es suficiente para analizar las relaciones de poder no lineales de la era digital. La teoría de Brzezinski reflejaba el momento unipolar de la década de 1990, cuando Estados Unidos podía manipular las periferias. Hoy en día, la iniciativa de la Franja y la Ruta de China y la influencia híbrida de Rusia están rompiendo este modelo.

Deljagin y Fursov revelan la verdadera naturaleza de la teoría de Mackinder: se trata de un engaño estratégico británico. La teoría del Heartland ignora la verdadera dinámica del capital, lo que creó la base para una confrontación propagandística entre las potencias terrestres y marítimas. Esta dicotomía artificial ocultó la dominación global del capital financiero británico y engañó a sus competidores.

Esta sofisticada manipulación intelectual mantiene una sorprendente efectividad incluso en el siglo XXI. A medida que el mundo lucha con la crisis del capitalismo y las luchas de poder de las plataformas digitales, las categorías obsoletas de Mackinder continúan perpetuando un relato engañoso, ocultando las verdaderas relaciones de poder. El legado del pensamiento geopolítico británico no es solo insuficiente: es activamente perjudicial, ya que impide la identificación de nuevos centros de poder y ata a sus víctimas a una guerra de información global.

Ahora, en un momento en que el orden mundial está en profunda transformación – con nuevos centros económicos surgiendo, la revolución tecnológica moldeando las relaciones de poder y las jerarquías tradicionales desmoronándose – también es necesario reformar los fundamentos del pensamiento geopolítico. Los viejos conceptos, que surgieron del sistema estatal de la era industrial, ya no son suficientes para explicar las dinámicas complejas de la era digital.

En el mundo digital, la fuente del poder ya no reside en la geografía – sino en redes, datos y tecnología. Un nuevo tipo de pensamiento geopolítico es necesario ahora; de lo contrario, quedaremos atrapados en las trampas del antiguo orden mundial justo cuando uno nuevo está surgiendo.

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