
Mientras permanezcan en la UE en el poder los mismos globalistas que ya estaban allí antes de que Trump se volviera presidente de EEUU, esos mismos globalistas que iniciaron la guerra de Ucrania para aplastar a Rusia como principal obstáculo a su hegemonía global, no puede haber tregua ni paz. Todo este problema tiene que ser solucionado por Trump, el cual se encuentra atrapado entre la multipolaridad (el Orden de las Grandes Potencias, que él mismo declaró) y el atlantismo de sus enemigos, los globalistas.
Si lo que se busca es la multipolaridad, entonces es necesario construir un nuevo sistema de relaciones con Rusia y con China. Eso significa dejar de lado a los euroglobalistas (Macron, Starmer, Mertz, todos bajo el efecto de la cocaína que también abunda en Kiev como entre las élites estadounidenses que se reunían en la isla de Epstein) y a su títere drogadicto con tal de apoyar a los euro-trumpistas (Meloni, Orban, Fico, Simion, AfD, Marine Le Pen, etc.) y entregarnos Ucrania. ¿Para qué Trump necesita a Ucrania? Si quiere le proporcionaremos tierras raras. Tenemos muchas reservas. Después de lograr lo anterior Trump debería pasar a conquistar Canadá y Groenlandia, que es el verdadero objetivo de MAGA. De lo contrario, MAGA será derrota en las elecciones de mitad de período por enemigos internos que ahora están reconstruyendo filas y preparándose para un contraataque. La continuación de la guerra con Rusia en Ucrania significa el fin de la esperanza de MAGA. Lo que significa el colapso completo de todos sus planes a largo plazo.
Si ganan los globalistas y atlantistas, entonces se continuará el legado de Biden, sólo que bajo la egida de una persona más peligrosa, agresiva y menos predecible. En ese caso, continuar la guerra con Rusia o tratar de imponernos un alto el fuego que no nos interesa (y nada nos interesa excepto la Victoria), entonces Trump y el trumpismo llegarán a su fin, aunque eso signifique arrastrar al infierno a todos.
Ahora Rusia está intentando navegar entre Escila y Caribdis, intentando no irritar al ya enigmático Trump, pero tampoco abandonando nuestras posiciones. Por otra parte, Rusia solo podrá iniciar las negociaciones después de la liberación de Járkov, Odessa, Nikolaev y Kiev, cualquier territorio que tomemos fuera de eso será un plus que nos permitirá firmar un acuerdo. Hasta ahora, no hay condiciones ni remotamente aceptables para iniciar una negociación y cualquier compromiso como, por ejemplo, dividir un territorio a la mitad significa renunciar a que es nuestro de jure (y hasta ahora nadie, ni siquiera Trump, nos ha ofrecido tal cosa). Tal derrota significaría el será un colapso de Rusia. Hacerla pasar por una «victoria» es simplemente imposible. Todo el mundo SE preguntará: «¿qué paso?». No habrá respuesta y las condiciones para la pacificación de nuestro país y nuestro pueblo terminarán siendo desastrosas. Todo el mundo se relajará. Los combatientes, tras el shock de una guerra invicta, volverán a una sociedad que definitivamente no les gustará. Porque debería haber cambiado gracias al poder mágico de la victoria, la movilización y la transformación espiritual: todo eso incluye la ideología, el despertar, la justicia, el ethos y el sentimiento de fuerza y confianza en que todo esto no fue en vano. Y nada ha cambiado o, mejor dicho, ha cambiado a medias. Si dejamos de luchar y todo se detendría y empezaría a dominar el mismo sueño de siempre. Y entonces no es difícil imaginar hacia dónde irá todo.
Así que debemos decirle a Trump que simplemente no tenemos espacio para ningún compromiso de ningún tipo. No ahora. Esta es la dura verdad del momento histórico en el que vivimos.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
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