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La restauración conservadora hace visible en las calles su estrategia golpista


La ley de herencias fue el motivo aparente por el que cientos de personas salieron a las calles a protestar la semana pasada. 


Con Mahuad gobernaron los banqueros y el Estado asumió el costo de su despilfarro


Con la misma carencia de argumentos que caracteriza a la oposición, varios líderes políticos como Andrés Páez, Fernando Villavicencio, Cléver Jiménez, entre otros, se dieron cita a la Avenida de Los Shyris en Quito para sumarse a los manifestantes, empeñados en “proteger” a sus familias y sus herencias. Muchos de ellos ni siquiera tenían idea de que estaban siendo engañados por el aparato desinformativo de la prensa privada, ya que sus patrimonios familiares no corren ningún riesgo de desaparecer.
Lo peor de estas violentas protestas fue la revelación de los verdaderos intereses de la clase alta de la sociedad, que como nunca antes mostró su carácter profundamente segregativo y excluyente. Detrás de las consignas golpistas de los enlutados, trasluce una perversa ideología que considera a la pobreza como un mal natural, un simple producto de la falta de voluntad de las personas, cuando en realidad se trata de una problemática social en la que todos somos corresponsables.
Por otra parte, este fenómeno dejó en evidencia la real causa por la que protesta la oposición. En redes sociales podemos constatar que las críticas vienen desde diversos espacios, cada cual con su motivo para protestar. Los de extrema derecha dicen que Correa es un socialista al estilo soviético, que Ecuador se convertirá en Cuba o Venezuela. Los de la izquierda infantil en cambio lo tachan de neoliberal, por extractivista y “conservador”. Pero la única razón por la cual fue necesario movilizarse era porque el Gobierno tocó el bolsillo de los acaudalados del país: renunciar a un porcentaje de las obscenamente enormes herencias era inadmisible para personas como Jaime Nebot o Guillermo Lasso. Ahí sí, no importa si el Gobierno es socialista o neoliberal, basta con llamarlo dictadura y querer que sea derrocado. Ahí sí, incluso personajes como el alcalde Mauricio Rodas, que ha preferido mantenerse al margen, hoy decide colaborar. ¡Qué nivel tan bajo de conciencia política!
Sin embargo, después del retiro de los proyectos de ley, y de la gran convocatoria que impulsó el Presidente Rafael Correa para debatir estas iniciativas, debió haber existido un interés generalizado por los opositores para defender sus postulados, como si los hubiera. Pero no. A estas alturas, cuando las falacias opositoras fueron ampliamente desmentidas, ya no importa tanto el sentido inicial de las protestas. Lo que comenzó como una manifestación contra la ley de herencias, ahora se vislumbra como una clara intención de derrocar al Presidente. Lo más irónico es que muchos de los manifestantes se hacen llamar “demócratas”. ¿Qué demócrata quiere tumbar a un Gobierno legitimado en las urnas?
El dispositivo desestabilizador que se activó la semana pasada en las últimas protestas ahora se vuelve a levantar, y esta vez reúne a todos los sectores que sin otra propuesta, exigen la salida del Presidente Rafael Correa del Gobierno. Antes se los veía desarticulados, cada quien defendiendo sus intereses particulares de forma aislada. Hoy estarán unidos, Mauricio Rodas, Jaime Nebot, Guillermo Lasso, el extinto MPD detrás de Pachakutik; no para la construcción de una alternativa política, sino exclusivamente por el odio al Gobierno y su infame intención de fraguar un golpe de Estado en las calles.
Tal como ocurrió con la marcha de los crespones negros en Guayaquil, en aquel fatídico 1999; los simpatizantes de Nebot salen nuevamente a defender una mentira que quedará grabada en la historia. En aquella ocasión, el socialcristianismo le mintió deliberadamente al pueblo porteño al decir que la quiebra del Banco del Progreso se debió a la desidia y la irresponsabilidad de los empoderados serranos, y con ese absurdo exacerbaron el sentido regionalista de la protesta. Para nuestro asombro y decepción, la gente desinformada defendía a su agresor, ensalzaba al banquero Fernando Aspiazu, mientras que era distraída con enemigos fabricados en insulsos discursos.
Hoy, intentan repetir esa historia, con el mismo manipulador en el telón de fondo. Pero quizá ahora es diferente, porque es cada vez más evidente la preocupación que tienen esos oligarcas que salen hoy a las calles a defender sus grandes fortunas.
¿Quieres conocer los rostros de la restauración conservadora? Basta echar un vistazo a quienes se convocan juntos aún con aparentes rivalidades políticas e ideológicas para desestabilizar la democracia, verlos juntos demuestra que detrás de esos rostros tristemente célebres en Ecuador, existe una estrategia articulada, orientada a generar caos en las calles, como parte de un bien elaborado manual de golpe de estado, que se repite en todos los países de América Latina con gobiernos progresistas.
restauracionconservadora

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